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Hola, este pseudónimo es un anagrama de mi apellido.

Nunca aprendí a escribir diálogos entre mis personajes, principalmente porque no podría imaginar a dos personas manteniendo conversaciones sin caer en los clichés de las frases armadas para facilitar el continuo flujo de ideas descabelladas sobre la divina providencia y otros bálsamos mundanos.

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Nómades (otra vez)



El movimiento fue tenue en el comienzo, para transformarse en lo que cualquiera conocería como un terremoto violento. Algo así como una deformación de mi rostro marcó lo que pasaría a convertirse en la señal definitiva de escape. Todos corrieron, dejándome con mi vaivén incesante. Esta vez no sólo de manos sino que de piernas o de cuerpo. Y justo en tan llamativa ocasión, perdido de todo lo que lograba divisar más allá del polvo hostigante y perverso, me rodeé de lamentos.

Grado cinco en la escala a la muerte, decían en una radio desenchufadamente parlante, con un locutor desencajadamente agradable, en un horario desentonadamente equivocado y con auditores, como yo, desesperadamente solitarios.

Mientras tanto, las hendiduras en el suelo describían surcos de agua evaporada, donde los ríos de lluvia existieron durante algún tiempo, olvidado. Además de los árboles que botaban sus hojas y desarmaban las ramas que colmaban las tardes de calor sin compasión, o lo que es peor, sin ritmo.

Todo se movía con golpes precisos, elegidos meticulosamente entre todos los que pudieron haber sido ejecutados para hacernos sentir minúsculos, volviéndonos nómades, en un retorno al origen que jamás había pensado realizar.

El movimiento fue tenue en el comienzo, para devolverme lo poco que había ganado al tomar asiento.


  1. Blogger Alejandro Jofré | 2:19 p. m., noviembre 17, 2005 |  

    sobredosis de plomo.
    saludors álvaro!

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