Nómades (otra vez)

Grado cinco en la escala a la muerte, decían en una radio desenchufadamente parlante, con un locutor desencajadamente agradable, en un horario desentonadamente equivocado y con auditores, como yo, desesperadamente solitarios.
Mientras tanto, las hendiduras en el suelo describían surcos de agua evaporada, donde los ríos de lluvia existieron durante algún tiempo, olvidado. Además de los árboles que botaban sus hojas y desarmaban las ramas que colmaban las tardes de calor sin compasión, o lo que es peor, sin ritmo.
Todo se movía con golpes precisos, elegidos meticulosamente entre todos los que pudieron haber sido ejecutados para hacernos sentir minúsculos, volviéndonos nómades, en un retorno al origen que jamás había pensado realizar.
El movimiento fue tenue en el comienzo, para devolverme lo poco que había ganado al tomar asiento.
1 comentario
sobredosis de plomo.
saludors álvaro!
dejar un comentario