<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d17976091\x26blogName\x3dHola,+este+pseud%C3%B3nimo+es+un+anagrama+...\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLACK\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://gadolin.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_CL\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://gadolin.blogspot.com/\x26vt\x3d-9102494748159501802', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

Hola, este pseudónimo es un anagrama de mi apellido.

Nunca aprendí a escribir diálogos entre mis personajes, principalmente porque no podría imaginar a dos personas manteniendo conversaciones sin caer en los clichés de las frases armadas para facilitar el continuo flujo de ideas descabelladas sobre la divina providencia y otros bálsamos mundanos.

« inicio | siguiente » | siguiente » | siguiente » | siguiente » | siguiente » | siguiente » | siguiente » | siguiente » | siguiente » | siguiente »

El cuento de la jungla

Los días no han pasado en vano. Pretendo subirme sobre tus hombros y transformarme en parte de tu escenario cotidiano. Quizás espero demasiado de mis sueños. Pero qué más podía hacer, si estabas ahí, recorriendo los lugares que tanto había deseado conocer. O tal vez era una de tantas ocasiones en las que me ensimismaba de tanto pensar en la revuelta de volverme parte de nuestro escenario cotidiano. ¡Y ni siquiera aparezco ante tus ojos!

Había dos cachorros de perro. Y uno de hombre. Los tres recorrieron durante un tiempo la extremadamente hostil jungla de la quinta de nuestro hogar. Pero en el camino, el negro saltó demasiado alto. O muy bajo. Mientras tanto, los otros dos cachorros lo buscaron incansablemente. Hasta que se agotaron.

dejar un comentario